Más de 1200 actas levantadas este año revelan que el paraíso turístico tiene su trastienda sucia. Guías fantasmas, operadores piratas y hoteles improvisados sobreviven entre inspecciones que llegan tarde. El gerente de Turismo promete sanciones, pero el negocio sigue abierto para todos y, mientras los visitantes pagan por “experiencias únicas”, algunos terminan con aventuras que ni Promperú se atrevería a promocionar.
